Expertas en el tema nos cuentan por qué nos dan ganas de comer cuando nos sentimos estresadas y por qué generalmente elegimos cosas altas en frituras o grasas.
A todas nos ha pasado: la sobre carga de trabajo o las tareas por hacer no tan solo nos estresan sino que también nos llevan a comer más de la cuenta.¿Por qué nos pasa esto?
La nutricionista estadounidense Minh-Hai Alex, declaró en CNN que “comer por estrés generalmente pasa cuando queremos desconectarnos del momento. Es como cambiar un canal en nuestro cerebro para modificar cómo nos sentimos”.
La misma profesional señala que generalmente se eligen comidas altas en harinas y fritos porque “este tipo de comidas aumenta la liberación de dopamina, neurotransmisor que produce sensación de bienestar. De este modo, el cerebro busca una “recompensa rápida” cuando se ve abrumado por los problemas cotidianos”, explican en Montevideo.com.
Por su parte, la psicóloga Melissa McCreery puntualiza en el mismo sitio que el estrés activa las glándulas suprarrenales para liberar cortisol, lo que incrementa el apetito. También altera los niveles de grelina, hormona vinculada al control del apetito. Además, si el estrés altera nuestros ciclos de sueño, la predisposición a un apetito descontrolado es mayor.
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